Last week was a tough one. It was a very difficult week at work but well, in the end, it's just work. It was also the week in which my oldest son moved out of the house (of the country!) and began a new and exciting chapter of his life. It definitely felt like a chapter of my life was closing as well.
We're not six in the house anymore. One of the bedrooms is empty and will stay empty for months. The kids don't have who to fight with but at the same time they don't have who to look up to. I have a weird feeling of pride and loneliness and Gaby... well, she is the mother, you can imagine.
Santi is now attending Cleary University in Howell, MI on a soccer scholarship. He was very excited, because this is something he has worked for his entire life; it was obviously something he deserved as well. Though we supported him from the first moment, I would lie if I said we weren't concerned about the whole thing. What if this school turned out to be a crappy one? What if he had a bad soccer season and got kicked out of the team? What if he discovered that his career choice (Business) wasn't what he wanted to do after all? After worrying and worrying, both separately came to the same conclusion: Well, what if? He will probably come back home and start all over again... at the age of 19!!! But... what if he didn't go for it? He would have spent the rest of his days wondering 'what if'!
Last Sunday morning, we loaded the car with most of Santi's clothes and other things and we drove across the border. After a few hiccups at the crossing, we took him and his good friend Justin (also going there on a scholarship) to the university, where they went to their orientation class and met the rest of the team. They had already met their other two roommates. We're very happy with the three guys with whom Santi will share some of his most important moments in the next few years, they all seem very nice and so do their families (well, we knew Justin's family already, but he's pretty much like one of our own kids at this point).
We helped Santi with normal moving chores like getting a bed, a desk, groceries, getting a new phone, etc. But we tried -for the most part- to stay out of the way so he would spend most of the time with his peers. It was agonizing for me to know that he was at soccer practice... and I couldn't be there, because I was busy with other things. That was his very first practice in 10 years without me on the field. I know he didn't think about it, so excited he was, but boy did I! Unless something miraculous happens, I will never be watching my son play from the bench; after so many years, so many kilometres, so many wins, ties and losses, I have retired as his coach and went back to being 'just' his father again.
But that's not even the most important thing. Santi just left and went to live somewhere else. He's an adult now. That means... I'm old. I didn't think it was going to be so hard to get used to the idea of him not being at home. I remember how most of my friends from my hometown, when I was a teenager, would have to move to other cities when it was time to go to the University. The luckier ones would go to places nearby (Balcarce, Mar del Plata) but others would go further away (Bahía Blanca, Buenos Aires and mostly La Plata). It was something that I never thought about, but it must have been tough for their parents. Now it's my friends who are going through the same process... as I am.
By the time we finished helping Santi with the moving, it was past 9PM on Monday and he was already out, having dinner with his roommates. We drove by to give him the key to his apartment and then left. We hugged, but I intentionally made that hug a very brief one, because his friends were there and I didn't want to make him feel uncomfortable. Too good it was brief, because I would have probably started to cry right there.
We got in the car and after I waited a few seconds for Gaby to regain her composure, we simply left. We didn't talk for a while. As we were exiting this little town in Michigan that will now be a very important part of our lives, I was invaded by sadness. But I couldn't say or show anything! I didn't want to upset my wife.
At that precise moment, Gaby tapped me in the shoulder and asked me: "You OK?". Damn. She IS good. She always knows...
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Ya no somos seis en la casa. Una de las habitaciones está vacía y así permanecerá por meses. Los chicos ya no tienen con quién pelearse, pero al mismo tiempo no tienen a nadie a mano para admirar e intentar ser como él. Yo, por mi parte, tengo un sentimiento extraño de orgullo y soledad, y Gaby... bueno, ella es la madre, imagínense.
Santi está ahora yendo a la Universidad Cleary University en Howell, MI con una beca de fútbol. Estaba muy contento, porque es algo por lo que trabajó toda su vida; es por supuesto también algo que se merecía. Si bien lo apoyamos desde el primer momento, les mentiría si les dijera que no estábamos preocupados acerca del asunto. Qué iría a pasar si la escuela resultaba una porquería? Que iría a pasar si Santi tenía una temporada mala y lo sacaban del equipo? Qué iría a pasar si descubriera que la carrera que eligió (Negocios) no era lo que él quería estudiar después de todo? Luego de preocuparnos y preocuparnos, los dos llegamos a la misma conclusión por separado: Bueno y qué pasaría? Probablemente volvería a casa y comenzaría de nuevo... a la edad de 19!!! Pero... qué pasaría si no lo hiciera? Sé que pasaría, estaría todo el resto de su vida preguntándose 'qué habría pasado'!
El domingo a la mañana cargamos el auto con su ropa y otras cosas y salimos a cruzar la frontera. Luego de algunos problemillas en el cruce, los llevamos a él y su buen amigo Justin (también yendo a Cleary con una beca) a la universidad, donde los esperaban para una clase de orientación y para conocerse con el resto del equipo. Ya conocían a sus otros dos compañeros de departamento. Estamos muy contentos con los tres chicos con los que Santi va a compartir sus más importantes momentos en los próximos años, todos parecen ser muy buenos chicos y lo mismo sus familias (bueno, a la familia de Justin ya la conocemos, pero a él ya lo consideramos como uno de nuestros chicos a esta altura).
Lo ayudamos a Santi con las cosas normales de mudarse como es comprar una cama, un escritorio, hacer las compras del mercado, sacar un teléfono nuevo, etc. Pero tratamos -en lo posible- de mantenernos al margen para que él pasara la mayor parte del tiempo con sus pares. Fue terrible saber que estaba en práctica de fútbol... y yo no podía estar ahí, porque estaba ocupado con otras cosas. Fue su primera práctica en 10 años en la que yo no estaba en la cancha. Sé que ni pensó en eso, de la excitación que tenía, pero yo sí! A menos de que algo milagroso ocurra, ya nunca lo voy a poder mirar jugar desde el banco de suplentes; después de tantos años, tantos kilómetros, tantas victorias, empates y derrotas, me he retirado como su técnico y vuelvo a ser 'apenas' su padre de nuevo.
Pero eso no es lo más importante. El asunt es que Santi se fue y ahora vive en otra parte. Ya es un adulto. Eso significa... que yo soy viejo. No pensé que fuera a ser tan duro acostumbrarme a la idea de que no esté en casa. Recuerdo cómo mis amigos de Necochea, cuando yo era adolescente, se mudaban a otras ciudades cuando tenían que ir a la universidad. Los más afortunados iban a ciudades cercanas (Balcarce, Mar del Plata) pero otros iban más lejos (Bahía Blanca, Buenos Aires y sobre todo La Plata). Era algo que yo no había considerado, pero debió haber sido duro para sus padres dejarlos ir. Ahora son mis amigos los que están pasando por ese proceso... y también yo.
Para cuando terminamos de ayudar a Santi con la mudanza, ya eran más de las 9PM del lunes, y él había salido a cenar con sus 'roommates'. Fuimos hasta allí a darle la llave del departamento y nos fuimos. Nos abrazamos, pero fue un abrazo intencionadamente corto, porque sus amigos estaban ahí y no quería hacerlo sentir incómodo. Menos mal que fue corto el asunto, porque tal vez hubiera empezado a llorar ahí mismo.
Nos subimos al auto y luego de esperar unos segundos para que Gaby se compusiera, nos fuimos así nomás. No hablamos por un rato. Cuando estábamos saliendo de este pueblito de Michigan que ahora va a ser tan importante en nuestras vidas, me invadió la tristeza. Pero no podía decir o mostrar nada! No quería hacer sentir mal a mi esposa.
En ese momento, Gaby me tocó el hombro y me preguntó: "Estás bien?". Guau. Ella es BUENA. Siempre sabe...
Me hiciste llorar...
ReplyDeleteTe entiendo, amigo.
ReplyDeleteEn casa nos quedamos solos ya hace casi mas de 6 años.
Primero se fue Victoria a Buenos Aires a estudiar y vivir, y luego se fue Clara con su entonces beba, Valentina, a vivir su vida en pareja y formar su familia.
Si bien es duro, es parte de la vida. Y, si, nos vamos poniendo viejos, como dice la cancion, pero tambien, y creo que te pasara, sentirme pleno de haber tenido la oportunidad de poder vivir el despegue de los hijos.
Si bien el nido va quedando vacio, como lo graficas en la foto, eso significa que los pichones han podido emprender el vuelo, y con ello inician el camino de la vida que iniciamos cada uno de nosotros en su momento.
Y, si bien tenemos esa sensacion de ausencia, por otro lado tambien tenemos la sensacion del deber cumplido. Nuestro deber de padres, de haberles dado todo y con ello las herramientas para que, simplemente, crezcan.
Dios me ha dado la gracia de poder ver dia a dia a mi hija mayor Clara, y compartir mucho tiempo con mis nietas. Y tambien la oportunidad de poder viajar a Baires para abrazar a Victoria, aunque por ahi no todas las veces que quisiera.
Lo importante es competir, y en esta competencia de la vida ya hemos cosechado varios titulos. Ahora, les toca el turno de cosecharlos ellos.
Y nosotros, a aplaudir.
Que sentimiento fuerte, Gabriel. Yo también lagrimié.
ReplyDeleteGuau, se me estrujó el carazón Gaby, cuanto amor hay que tener para dejarlos volar, beso para vos y uno enorme para Gaby!!
ReplyDeleteNice post. Thanks for sharing.
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